En su estupendo libro sobre técnicas y materiales de la pintura española en los siglos de oro, Rocío Bruquetas habla de la técnica de dorado a la sisa, diferente del comentado en la entrada anterior. Según la autora no siempre se buscaba el acabado bruñido del dorado al agua, sino que a veces se precisaba del aspecto mate de la superficie, por ejemplo en los cabellos de representaciones de pelo rubio, alternado con el oro brillante para resaltar ciertas formas o volúmenes. Y también en materiales que podían verse afectados negativamente por efecto de la humedad, como el hierro que encontramos dorado en innumerables rejas. Por otro lado, este tipo de dorado resultaba menos engorroso al prescindirse de la fase de bruñido.

Pacheco describe tipos de mixtión o sisa con que adherir el oro mediante este procedimiento a las superficies convenientemente preparadas. Por un lado aceite de lino, molido con pigmentos blanco y tierras que daban cuerpo a la mezcla, además de minio o azarcón (tetraóxido de triplomo) que actuaba como secante. Por otro, otra mezcla más heterogénea con restos de colores viejas y un barniz casero a de aceite de lino, cocido con ajos, y sandaraca. En ambos casos se aplicaba con brocha y se dejaba secar hasta que estuviera mordiente, aplicándose encima el oro. Nos dice Bruquetas que en estos casos, para matizar el oro, no era extraño usar alguna pátina a base de barnices y pigmentos.

En la actualidad se comercializan diversos tipos de mixtión y hoy queríamos detenernos en uno que nos parece que tiene ciertas ventajas y prestaciones. Se trata de un producto sintético de base acuosa (resinas copoliméricas en emulsión, con un porcentaje de agua de aproximadamente 50%).

​Este producto se puede diluir en agua, hasta un 30%. Al igual que otros mixtiones de naturaleza magra, se aplica con pincel en capas finas, disponiéndose encima el oro cuando el adhesivo está mordiente, En ese caso podemos dorar pasados 30 minutos o una hora, dependiendo de la porosidad de las preparaciones y de las condiciones de humedad y temperatura.
Como ventajas evidentes podemos reseñar que se trata de un producto sintético cuyo óptimo comportamiento a largo plazo está testado por los fabricantes. Además, al tratarse de una emulsión acuosa, es un mixtión menos tóxico para los restauradores y más respetuoso con el medio ambiente. Por otro lado, el estrato resultante al aplicar el mixtión magro es más sutil que cuando recurrimos a uno graso. Cuanto mejor acabada esté la preparación mejor será el resultado, ya que se produce un mejor acople de la lámina de oro a la superficie, Por último, la humedad que aplicamos con el mixtión magro propicia que se pueda dar un cierto lustre al oro, con lo que contamos con un recurso extra que no tenemos con el graso.
¡Os animamos a probarlo!