La tela como soporte pictórico presenta grandes ventajas: se trata de un material de bajo coste que mediante tratamientos relativamente sencillos proporciona una superficie lisa y homogénea. Además, el resultado son piezas ligeras y de fácil manipulación. Ya Plinio el Viejo habla de una pintura sobre tela de dimensiones colosales representado al emperador Nerón. La gran desventaja de este tipo de soporte es evidentemente que se trata de un material delicado y, de hecho, solo quedan testimonios escritos de las muchas pinturas sobre tela que seguramente se ejecutaron en la antigüedad.

Esta fragilidad de las pinturas sobre lienzo explica que sean rotos o rasgados algunos de los daños más frecuentes que hacen que sea necesaria la restauración un cuadro. Con el creciente número de exposiciones temporales y ferias, se multiplican las ocasiones en que las pinturas son manipuladas con lo que se incrementan las posibilidades de que se produzca un accidente. Por eso no es extraño que un cuadro en un excelente estado de conservación, llegue al taller para ser restaurado con un roto.

El procedimiento de restauración en estos casos se compone de una serie de pasos que hay que seguir cuidadosamente para garantizar que la obra vuelva su situación original sin generar ningún riesgo adicional a causa del proceso de restauración del cuadro. Para fijar partículas desprendidas y proteger la zona a tratar se emplea un adhesivo compatible con la obra que además sea reversible. Se aplica también una lámina, habitualmente de papel japonés, para conservar en su sitio cada partícula y propiciar la recuperación del plano. 

Una vez que está protegida la obra de arte a restaurar por en anverso, se trabaja por el reverso para llevar a cabo la sutura. Este tratamiento de restauración de pintura puede llevarse a cabo con diversos materiales, tanto naturales como sintéticos, dependiendo de las necesidades de cada pintura. En este caso se procedió mediante el uso de hilos de lino natural impregnados en gacha. La gacha es un producto que se ha usado tradicionalmente en la restauración de obras de arte y combina cola animal y harina de trigo con otros aditivos (vinagre, melaza, fenol…) que aportan cualidades extra al adhesivo, como plasticidad, capacidad de penetración o estabilidad frente a ataque biológico.

La gacha presenta ciertas ventajas a la hora de restaurar una pintura como esta: es idónea para obras que no van a ser conservadas en ambientes húmedos, aporta una rigidez óptima que neutraliza la memoria plástica de la zona afectada por el impacto sin que por ello se acabe marcando nuestra sutura por el anverso, presenta un buen comportamiento a largo plazo testado por la tradición y es reversible.​